miércoles, 15 de febrero de 2012

Tiberio: del hospital a la calle

Tiberio es rumano, habla muy poco español y no sabemos hace cuánto vive en España, solo sabemos que no tiene familia aquí.
Nosotros le conocemos apróx. hace unos 2 años y le tenemos un cariño especial porque fue él quien "bautizó" a Manuel con el apodo de "Fefe", es lo más parecido que entendió de la palabra Jefe y que le oía decir a muchos cuando se dirigían a Manuel.
Siempre muy respetuoso, muy reservado, pero muy amable y simpático. Fue recién hace poco meses que nos enteramos que vivía en la calle, sin techo alguno, y que dormía sobre algún colchón a la intemperie en una entrada y salida de un aparcamiento al lado del Nuevo Centro.
Hace unas dos semanas no lo veíamos y nos preocupamos. Preguntamos a su compañero de colchón y nos dijo que lo habían ingresado en la Fe para operarlo; llamamos al hospital pero sin un nombre y apellidos exactos no tenían cómo ayudarnos a localizarlo, así que tuvimos que esperar.
Ayer por la tarde, cuando regresábamos del dentista, lo vimos "aparcando" coches cerca de nuestra casa, en su lugar de siempre. Nos detuvimos a saludarlo e inmediatamente comenzó a desabrochar botones de un abrigo y luego de otro, capa tras capa, para mostrarnos sus vendajes en 4 partes de su cuerpo.
Nos contó que tenía 7 piedras en la vesícula y tuvieron que operarlo de urgencia.
Cuando salió del hospital, regresó a "su lugar" de siempre y se encontró con que le habían robado sus pertenencias, mantas, abrigos, pantalones, y otras cositas.
Así que le dijimos que esperara allí mismo, que enseguida le traeríamos alguna cosa.
En casa teníamos un saco de dormir que nos trajo Eva y otro que nos trajo Sabelita, así que lo pusimos en un bolsón grande junto a una almohada, una toalla y tres pantalones. En una mochilita pequeña le preparamos algo para la cena, y un termito con leche y café caliente.
Eso es todo.
Y siempre la contradicción de sentimientos, la sensación agradable de haber aliviado en algo su soledad y su pesar, su desamparo; y la impotencia de no poder hacer más.

Gracias a quienes permiten que estos momentos sean posibles. Trato de transmitirles lo mejor que puedo lo vivido en cada circunstancia porque sé que a muchos les gustaría estar presente en situaciones como éstas para poder expresar todo vuestro cariño y empatía.

Nosotros en casa ya no tenemos sitio para guardar cosas, y menos ropas o abrigos, pero si a alguien le apetece el domingo que le toque venir, y quiera traerle algo para él, lo recibirá con gratitud.

 

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